La conquista española del imperio incaico

Hace 500 años, en lo más alto de los Andes nevados, en un continente apenas cartografiado a miles de metros sobre el nivel del mar, dos nuevos imperios chocaron en una colisión histórica que reverbera hasta el día de hoy. *Conquistadores* y *sapa incas*, hombres de diferentes mundos, chocaron y ocurrió algo terrible. La tierra de cuatro partes se deshizo.

En 1528, Hernán Cortés acababa de regresar de México trayendo cuentos de conquista junto con tesoros inimaginables. El emperador del Sacro Imperio Romano y rey de España, Carlos V, lo recibió a él y a sus riquezas en Toledo. Mientras Cortés impresionaba a la corte real, otro veterano del Nuevo Mundo llegaba a la ciudad. Era Francisco Pizarro, primo segundo de Cortés. Pizarro había planeado encontrarse con el rey y planeaba impresionarlo con regalos de oro, plata, plumas, nativos y criaturas extrañas desconocidas fuera de los Andes. Pizarro le habló a su rey de la mágica tierra de Perú, hogar de un imperio nativo que, según Pizarro, él podría conquistar en su nombre.

Una Licencia Real

El 26 de julio de 1529, Pizarro recibió una licencia real para conquistar esta nueva tierra y fue nombrado gobernador de Perú. Armado con el permiso real, Pizarro se puso a reclutar *posibles conquistadores*. Regresó a su ciudad natal, Trujillo, reunió a sus cuatro hermanos Juan, Francisco, Gonzalo y Hernando, y luego se embarcó hacia las Américas en enero de 1530.

El Sapa Inca

El *sapa inca*, Huayna Capac, había sometido recientemente gran parte de lo que ahora es Ecuador cuando comenzaron a llegar informes de extraños hombres que habían comerciado con la ciudad de Tomebamba. Junto con estos informes, llegaron otros aún más horripilantes: mensajeros informaban a diario al *sapa inca* que una enfermedad había aparecido en el norte y estaba matando a miles de personas. Nunca antes habían visto algo así, las plagas eran desconocidas para los incas. Esta extraña enfermedad, conocida por nosotros como viruela, devastó a la población. Sin embargo, a pesar de que Pizarro aún no había llegado, la enfermedad se había extendido desde América del Norte y Central. En los años siguientes, hasta el 90% del imperio sucumbiría a la enfermedad. Alrededor de 1527, el *sapa inca* Huayna Capac y su heredero murieron de viruela, junto con millones de sus súbditos. Dos años antes, Pizarro había solicitado al rey de España; las enfermedades eurasiáticas habían iniciado la conquista por él.