Gran rebelión incaica

En un artículo de historia sobre el Imperio Inca y su colapso frente a la conquista española, la historia es fascinante. El cuerpo momificado del dios-rey descansaba en una zanja excavada rápidamente cerca de Cajamarca, mientras que el imperio estaba ahora en manos de Francisco Pizarro y sus hermanos.

A medida que avanzaban hacia Cusco, se encontraron con el hermano adolescente de Huascar, el último Inca legítimo, y lo colocaron en el trono como títere. Con esta alianza militar Inca-española, los conquistadores fueron recibidos en Cusco como liberadores en lugar de conquistadores. Sin embargo, poco después de la coronación de Huascar en Cusco, tanto Pizarro como Diego de Almagro abandonaron la ciudad. Francisco Pizarro fundó la ciudad ahora conocida como Lima, mientras que Diego de Almagro partió con 570 soldados españoles y 12,000 tropas nativas para conquistar la parte sur del Imperio Inca, lo que hoy es Chile.

En Cusco, quedaron Huascar y los hermanos menores de Pizarro, Juan y Gonzalo, quienes comenzaron a maltratar al Inca Huascar y lo despojaron de su poder. Attahualpa despertó a la horrible realidad de la situación cuando Gonzalo Pizarro secuestró y violó a su esposa, Kura. Manko Inca, finalmente, decidió rebelarse contra los conquistadores y convocó a una reunión secreta de la nobleza Inca para buscar apoyo. Pronto, comenzaron a llegar noticias a Cusco sobre el éxito de las pequeñas pero intensas incursiones nativas que causaron más bajas entre los españoles que cualquier otra etapa de la conquista hasta ese momento.

Estas noticias inspiraron a los Inca a unirse a la causa de su Emperador. Las legiones de Manko convergieron en Cusco y rodearon la ciudad. Una lluvia de lanzas y flechas oscureció el cielo mientras miles de soldados Inca se acercaban sigilosamente a la ciudad, forzando a los defensores españoles a buscar refugio. El ataque alzó la esperanza de Manko, ya que parecía que sus hombres podrían abrumar a los españoles con su superioridad numérica. Sin embargo, el combate cuerpo a cuerpo se volvió complicado, ya que las armas Inca no podían penetrar la armadura española.

Además, la ciudad estaba en llamas, lo que dificultaba la visibilidad. A pesar de esto, los Inca continuaron el asedio de Cusco, implementando nuevas tácticas para neutralizar las cargas de caballería españolas y contraatacando con bolas para atrapar las patas de los caballos. La batalla por Cusco se prolongó durante meses, y aunque los españoles sufrieron bajas significativas, finalmente lograron mantener la ciudad. Entonces, Francisco Pizarro, habiéndose enterado de los éxitos de los Inca en Cusco, decidió romper el asedio y rescatar a los españoles atrapados en la ciudad.

Servidores exhaustos llevaban noticias a Manko sobre la muerte de Kiso y el avance de Pizarro. Finalmente, dejando atrás su riqueza y su antiguo imperio, Manko decidió retirarse a una región remota de la selva llamada Vilcabamba, donde continuaría luchando contra los españoles en una guerra de guerrillas. Aprendió a usar armas españolas y montar caballos, pero a medida que pasaban los años, la población de españoles en Perú seguía aumentando y el sueño de reunificar los cuatro suyos del Imperio Inca se desvanecía.

En conclusión, el Imperio Inca luchó valientemente contra los conquistadores españoles, pero finalmente fue derrotado y el último emperador, Tupac Amaru, fue capturado y ejecutado. La Caída del Imperio Inca es un recordatorio triste de cómo un imperio próspero y poderoso puede caer en manos de los invasores.