En 1939, Mathew Sterling llegó a Veracruz, México, para realizar excavaciones en el sitio de Tres Zapotes. Sterling buscaba respuestas sobre una civilización identificada recientemente en México, los Olmecas. Aunque ya se había identificado a Tres Zapotes como un sitio Olmeca, en ese momento no se sabía mucho sobre el legado Olmeca. La mayoría de los estudiosos asumían que esta civilización era reciente en la historia mesoamericana y que habían sido contemporáneos de los Mayas clásicos en la segunda mitad del primer milenio d.C.
No era una conclusión poco razonable en ese momento, ya que no se utilizaba la datación por carbono en la arqueología y en ese entonces la mejor manera de datar las civilizaciones mesoamericanas era a través de la estratigrafía o incluso mejor, a través de la catalogación de las fechas en las inscripciones de sus monumentos.
Sterling sospechaba que esta civilización era mucho más antigua, pero desafortunadamente no tenía pruebas sólidas que respaldaran sus teorías, hasta que un día hizo un descubrimiento increíble. Encontró una estela olmeca rota con una inscripción de fecha parcial. Aunque faltaba la segunda mitad de la inscripción, él y su esposa Marian dedujeron que la fecha en la estela era el 3 de septiembre del año 32 a.C., la fecha escrita más antigua registrada en Mesoamérica.
Cuando esto fue publicado, fue recibido como un gran descubrimiento, pero pronto fue criticado por sus colegas. Todos insistieron en que la civilización Olmeca no podía haber sido tan antigua. Sin embargo, con el tiempo, los Sterlings serían vindicados por la datación por carbono y el descubrimiento del resto de la estela por parte de un agricultor local. La arqueología demostró que ellos habían estado en lo cierto todo el tiempo.
Este descubrimiento dejó atónito al mundo académico. Demostró la verdadera antigüedad de los Olmecas y mostró que fueron la primera gran civilización en Mesoamérica. Los Olmecas sentaron las bases para las posteriores culturas mesoamericanas como los Mayas, los Zapotecas, los Toltecas y los Aztecas. Su influencia se puede ver en muchos aspectos de la cultura mesoamericana, como los calendarios, los juegos de pelota y la mitología mesoamericana.
El legado de los olmecas se extiende más allá de sus contribuciones tangibles, como las monumentales cabezas de piedra. Su legado cultural olmeca se refleja en la complejidad social, el arte, la arquitectura y las prácticas religiosas que influenciaron a las civilizaciones que surgieron después de ellos.
Explorando el Legado Cultural Olmeca
El legado de la cultura olmeca es especialmente notable en su arte. Los olmecas son conocidos por su habilidad en la escultura, representada en las famosas cabezas colosales de piedra, así como en las figuras de jade, que demuestran un alto grado de destreza artística y técnica. Además, el diseño de sus centros ceremoniales, que incluía pirámides y plazas, estableció un patrón para el diseño urbano en Mesoamérica.
La Influencia Olmeca en las Civilizaciones Posteriores
La influencia de los olmecas en culturas posteriores es indiscutible. Por ejemplo, la complejidad de la escritura y el simbolismo matemático que caracterizaron a la cultura maya se pueden rastrear hasta las raíces olmecas. Asimismo, el juego de pelota, que tenía importantes connotaciones religiosas y sociales en la Mesoamérica posterior, también parece haber sido una invención olmeca.
En el ámbito religioso, numerosas deidades mesoamericanas tienen su origen en la iconografía olmeca, lo que ejemplifica el profundo legado olmeca en la espiritualidad de la región. Incluso en la actualidad, el estudio de las creencias y mitos olmecas ayuda a los investigadores a comprender mejor las prácticas religiosas de los pueblos mesoamericanos que vinieron después.
Por otro lado, es importante considerar «cómo se utiliza este descubrimiento» del legado olmeca en la actualidad. Los conocimientos sobre esta civilización antigua no solo enriquecen nuestra comprensión del pasado, sino que también fomentan el aprecio y la conservación de la herencia cultural en México y Centroamérica. Los hallazgos arqueológicos olmecas, al ser estudiados y preservados, ofrecen un vínculo invaluable con la historia precolombina y su legado continúa inspirando tanto a la comunidad científica como a la sociedad en general.