Conquista española del Imperio Incaico

La conquista española del Imperio Inca es un capítulo fundamental en la historia mundial que marcó un antes y un después en el devenir de Sudamérica y del mundo. La caída del Imperio Inca ante un puñado de conquistadores liderados por Francisco Pizarro es un relato de ambición, engaño y conflicto que sigue fascinando a historiadores y aficionados por igual.

En 1528, Hernán Cortés acababa de regresar de México, trayendo cuentos de conquistas y tesoros inimaginables. Francisco Pizarro, primo segundo de Cortés, llegó a la ciudad. Pizarro convenció al rey de España de que la tierra mágica de Perú, hogar del Imperio Inca, podía ser conquistada en su nombre.

En 1529, se le concedió a Pizarro un permiso real para llevar a cabo la conquista española del imperio inca y fue nombrado gobernador del nuevo dominio. Armado con este permiso, Pizarro reclutó a posibles conquistadores y luego partió hacia las Américas en enero de 1530, ansioso por emular las hazañas de su pariente Cortés.

Por otro lado, el Sapa Inca, Huayna Capac, había sometido recientemente gran parte de lo que hoy es Ecuador cuando comenzaron a llegar informes de extraños hombres que habían comerciado con la ciudad de Tumbes.

Junto con estos informes, llegaron otros mucho más horripilantes: corredores informaban diariamente al Sapa Inca que una enfermedad había aparecido en el norte y estaba matando a miles de personas. Hasta ahora desconocido en el imperio inca, esta extraña enfermedad, conocida como viruela, diezmó a la población.

La enfermedad no fue traída por Pizarro, ya que llegó antes que él, proveniente de América del Norte y Central. En los años siguientes, hasta el 90 por ciento del imperio inca sucumbiría a la enfermedad.

Conflictos y caos

Contexto y Desencadenante

Cerca de 1527, el Sapa Inca Huayna Capac y su heredero murieron a causa de la viruela, junto a millones de sus súbditos, lo que dejó un vacío de poder en el corazón del Imperio Incaico. Dos años antes, Pizarro había solicitado al rey de España el envío de fuerzas adicionales para su campaña de conquista.

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Con la muerte de Huayna Capac, la sucesión se volvió una incógnita y el reino se dividió, precipitando el imperio hacia el desconcierto y la discordia.

Atahualpa y Huáscar

Atahualpa, con menos territorio que Huáscar, tomó el control de las expertas legiones de su padre y avanzó desde Quito hacia Cusco en un intento por reclamar el dominio sobre el imperio.

Durante la guerra civil en 1532, los ejércitos restantes de Huáscar fueron destrozados y él mismo fue capturado por los generales de Atahualpa, marcando un momento crítico en la historia del imperio.

Encuentro en Cajamarca

Atahualpa, victorioso, acampó en Cajamarca, desde donde esperó noticias de la contienda. Cinco días después, las nuevas de la victoria llegaron a sus oídos.

Curioso por conocer a los 168 extranjeros que se aproximaban con sus descomunales monturas, Atahualpa decidió investigar más acerca de estos hombres de otra tierra.

La Estrategia Española

Pizarro y sus hombres se apropiaron de la táctica del asalto sorpresa. Se ocultaron en construcciones alrededor de la plaza de Cajamarca, preparados para atacar desde la seguridad de su resguardo.

Los soldados incaicos, desprevenidos, ingresaron a la plaza que tenía apenas dos estrechas salidas como único medio de escape.

El encuentro decisivo se desencadenó cuando Valverde se acercó a Atahualpa y le ofreció una biblia, que fue descartada por el inca, causando la indignación de los españoles y dando inicio al violento ataque.

El Ataque y la Masacre

Con la plaza repleta, los conquistadores dispararon cañones y arcabuces, sembrando el terror entre los incas cuyo intento de retirada resultó caótico y mortal.

Miles perecieron aplastados o a manos de los caballos españoles en su frenético intento por huir. En medio de la confusión, Pizarro y sus hombres capturaron a Atahualpa, un giro crucial en la conquista española del imperio inca.

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El Rescate de Atahualpa

Atahualpa, consciente de la codicia española, ofreció llenar una habitación con oro y otra con plata a cambio de su liberación. La aceptación de la oferta por parte de los españoles no impidió que valoraran la posibilidad de mantener al inca como una amenaza latente.

La llegada de refuerzos españoles dejó en claro que no se trataba de una incidencia aislada, sino de una invasión con la intención de establecer un dominio duradero.

El Fin Trágico de Atahualpa

Atahualpa fue presentado en la plaza y condenado. Aunque le concedieron la posibilidad de un bautismo cristiano, su destino ya estaba sellado y fue ejecutado, cerrando así el capítulo de su reinado.

Consecuencias y Reflexiones

La caída de Atahualpa marcó el comienzo del fin para el Imperio Incaico. Pizarro dejó Cajamarca y comenzó su marcha hacia Cusco, mientras el legado del imperio quedaba en manos de los conquistadores.

La conquista española del imperio inca dejó un profundo impacto en la historia, cultura y población de la región y cambió para siempre el curso de la historia global.